Y la irreverencia continúa!

Esta mañana terminé de leer uno de los últimos libros de Saramago, y el más irreverente diría yo, pues sólo con empezar a devorar la primera frase "Al día siguiente, no murió nadie.", una de las mas exquisítas irreverencias de éste sacrílego mítico, como bien se dijo alguna vez, se despliega ante los ojos. Para algunos, poco entendidos del poder de la irreverencia, podrían encontrar "Las Intermitencias de la Muerte" un libro carente de sentido y con callejones sin salida. Es cierto que el hombre ya está un poco viejo, pero la forma como Saramago sigue burlando los convensionalismos de la literatura, metiendo una historia en su critíca y reflexión, y no tanto crítica y reflexión en una historia; es cosa que sólo los grandes saben hacer.
El libro es loco, de lo más loco que he leído, y tal vez no impacta tanto como El Ensayo sobre la Ceguera o El Evangelio según Jesucristo, pero jalé mucha risa leyéndolo.
En conclusión, se los recomiendo.