Bitácora del Capitán 12-01-2007

Bitácora del Capitán 12-01-2007

Después de tantos años de permanecer de pie, ahí, contemplando la puerta, y decidido a mantener como mi mas fuerte escudo la ignorancia y el miedo, me decidí a entrar, y fue cuando me di cuenta que la llave estaba justo sobre mi mano… “bueno ahí voy” me dije.

Preparado para encontrarme con eso, confiado y armado con mi espada, que en ese momento considere letal, ingrese con la firme convicción de que eso no me detendría, y de que lo iba a hacer, si! lo iba a matar!

Al entrar no sentí ninguna diferencia, mas proseguí a caminar, los pasos se hacían mas inestables, mis pies se doblaban al apoyarse sobre tan blanda arena, seguí caminando alerta.

Al llegar al lugar que mi corazón dicto como el indicado me senté en un escalón, al mirar atrás pude contemplar la pirámide que marcaba el lugar del duelo, el estorbo del momento no me afecto gracias a esa burbuja que me rodeaba, todo ruido era filtrado y llegaba a mis oídos como un dulce susurro. Fue entonces cuando empecé a escuchar esa música me era dedicada, podía sentir entremezclado con las notas un sentimiento de aprecio, cerré mis ojos e intente ignorarlo, “si lo conseguí! No te puedo escuchar, ya no siento tu honesto pero dañino sentimiento” pero una presencia inocente se acerco a mi cabeza y tiernamente intento acariciar mi cabello, era una niña, o quizás un Ángel, quien con su tierna mirada movió mis fibras y ablando mi hasta ese momento bélico corazón, no se en que momento me vi rodeado de hermosos niños o Ángeles, quienes miraban, curiosamente, bailaban y cantaban la melodía, y esporádicamente se iban y regresaban para entregarme una flor que traían en la mano, y absorto en la belleza del instante pude estar durante varias horas.

Cuando por fin fui conciente de lo que sucedía, huí rápidamente del lugar, “maldito… me venció!”.