domingo, 7 de septiembre de 2008

Sobre la costumbre y la ansiedad

Otra reflexión más de cosas que probablemente sabemos pero que seguramente olvidamos recordar...


El ser humano es un animal de costumbre, eso lo hemos escuchado muchas veces y no creo que nadie sensato lo ponga en duda. Ahora que uno se lo crea en profundidad es otra cosa. Cuando uno planea un cambio radical en su vida como irse a vivir a otra ciudad o cambiar de trabajo, especialmente cuando ambas cosas son “para mejorar” y altamente anheladas, uno tiene la sensación de que cuando haga el cambio va vivir con una sensación de triunfo permanente o una emoción estable. No es que uno de verdad crea que va a ser siempre feliz en la nueva condición uno sabe que momentos difíciles también vendrán y así como ganará cosas perderá en otras, es que cuando uno se visualiza en esa nueva condición uno se imagina sintiendo esa emoción o sensación de triunfo. Pero claro que todo eso hace parte de la ansiedad que se tiene cuando se desea algo, el deseo a fin de cuentas es la ansiedad que se siente por alcanzar un objetivo (deseo = ansiedad).

Ahora bien, el papel de la ansiedad es crucial y es el motor que hace nuestra maquinaria trabaje en dirección a los objetivos. Entre más ansiedad se sienta más duro se trabaja, más concentración se logra y más esfuerzo se hace, obviamente demasiada ansiedad por mucho tiempo es mala en la misma medida en que forzar un motor de combustión a altas revoluciones puede acabar por dañarlo, pero es ciertamente útil en momentos cruciales en una carrera cuesta arriba. La ansiedad es a nuestra vida como la aceleración lo es a un automóvil, sin ansiedad no hay movimiento porque en un mundo donde la fricción cero no existe, moverse por inercia no es posible (ansiedad -> aceleración).

Pero más importante aún es comprender que nuestras vidas como todo el mundo físico tiene que estar en moviendo para poder existir, quedase quieto significa la muerte, ninguna partícula de materia puede existir en el cero absoluto porque hacerlo significa dejar de existir. Del mismo modo ninguna forma de vida puede detenerse y en especial nuestra vida, que no es más que la vida de nuestra mente, no puede detenerse, si lo hace en ese momento deja de existir. Dejar de existir significa morir pero no significa que sea bueno o sea malo, sin embargo en un universo donde seguramente se estará eternamente muerto creo que es apenas comprensible preferir la vida sobre la muerte. Si se va a estar eternamente muerto, cual es el afán de morir? Si hemos estado y estaremos quietos por la eternidad sería mejor movernos tan rápido y diverso como nos sea posible sin que esto nos implique dejar de existir demasiado pronto.

Entonces de forma general la ansiedad siempre está presente de una u otra manera en nuestras vidas, en muchos casos el camino es tan llano que casi ni nos damos cuenta que el deseo esta presente, incluso en los cortos tramos cuesta abajo sentimos que desear es innecesario. Cuando los deseos se reducen aparece la paz, y cuando la paz aparece tenemos la sensación de no querer en ningún otro lugar (reducción de los deseos -> paz). Tener la sensación de no querer estar en ningún otro lugar es sentir placer (paz -> placer). Los objetivos son como montañas que escalamos, para llegar a la cima necesitamos de mucha aceleración, en algunos casos el exceso de ansiedad puede ser perjudicial y dañar nuestras máquinas, pero cuando llegamos a la cima obtenemos la recompensa de los instantes de celebración y la paz que da el deseo desaparecido.

Uno podría desde el principio optar por una vida libre de deseos y aspiraciones como se propone en algunas filosofías orientales, evitando así el desgaste de la ansiedad y logrado directamente la paz que se obtiene al no tener objetivos. Pero sospecho que esta vía es equivalente a comprar un automóvil y no usarlo por miedo a desgastarlo y convencernos que ya hemos llegado allí donde hemos querido llegar. Pues creo que esto sería válido si para empezar no se hubiese comprado el automóvil, pero pienso al nacer hemos comprado el automóvil de nuestro cuerpo y mente, y es uno que no se puede apagar porque al hacerlo desaparece, así que sólo por el hecho de existir este automóvil se desgasta y se mueve, y lo más probable es que si no le damos rumbo derivaría como un bote en el mar y podría terminar en poco tiempo despedazado contra el acantilado más cercano.

Lo bonito de todo este asunto es que aplica no importa la condición, momento o lugar de la vida, no importa cuales sean los objetivos o los sueños (objetivos = sueños) lo importante es tenerlos, desearlos y disfrutar de la paz que se logra al alcanzarlos, no importa que esa paz no sea duradera, cuando el placer crece significa que el movimiento se reduce y de hecho los momentos de máximo placer son equivalentes a dejar de existir por un instante, pero no hay afán para eternizar aquello cierto? Pienso que lo valioso de nuestras vidas es el recorrer de esos ciclos de deseo y paz, hasta que al final de nuestros días cuando los deseos finalmente se extingan con nuestra vida obtengamos “el máximo placer” de la paz eterna.

Somos un animal de costumbre, por más extraño e inverosímil que sea la condición donde se encuentre un ser humano, sea en el fondo del mar, en medio de la ciudad más poblada o en una de las lunas de Júpiter, mientras se satisfagan las necesidades biológicas básicas la rutina aparecerá, y entre menos cambios se presenten más acostumbrado se estará y más paz se alcanzará (costumbre ->paz), pero mucha paz significa comenzar a desaparecer y dejar de vivir. Como es de esperarse el secreto seguramente está en el equilibrio de desear lo suficiente para mantener y sentirse vivo, pero no lo demasiado como para desgastarse y extinguirse antes de tiempo.